Tanto en el Testamento como en el Codicilo vamos a encontrar requerimientos netamente enfocados al gobierno del Reino, junto con aspectos más personales y familiares,que los dotan de una gran riqueza y curiosidades que iremos desgranando en diferentes entregas de este blog. En esta entrega trataremos algunos aspectos,como la capacidad de Isabel para dictar dichos documentos y su enterramiento en Granada.
¿Una fecha casual?
“En el nonbre de Dios todo poderoso, Padre e Fijo e SpírituSancto, tres personas e vna essençia divinal, Criador e Gouvernador vniversal…”
Así se inicia el testamento de Isabel la Católica, firmado el 12 de octubre de 1504, que será completado con un codicilo firmado tres días antes del fallecimiento de la Reina.
La primera curiosidad del Testamento es el día escogido para su firma. Exactamente 12 años de diferencia con respecto al descubrimiento de América. Algunos historiadores afirman que es un dato causal, pero en cambio, otros subrayan que posiblemente recurriera a esa fecha para intentar conseguir transmitir a sus últimas voluntades la buena suerte que tuvo en 1492.
Los dominios de los Reyes Católicos
Leyendo el testamento podemos saber exactamente cuáles eran los dominios de los Reyes Católicos en 1504:
“Sepan cuantos esta carta de testamento vieren como yo Doña ISABEL, por la gracia de Dios reina de Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras y de Gibraltar y de las islas Canarias; condesa de Barcelona y señora de Vizcaya y de Molina; duquesa de Atenas y de Neopatria; condesa del Rosellón y de la Cerdaña, marquesa de Oristán y de Gocéano”.
Una reina en plenas facultades
Los habitantes de Medina del Campo se convirtieron en testigos directos de la enfermedad y agravamiento de la salud de Isabel, de la llegada de doctores, testamentarios o del notario Gaspar de Gricio, hombre de confianza de la Reina, que tenía la labor de recoger sus últimos deseos en un documento legal y hacerlos cumplir tras su muerte.
Este trasiego de personas inquietaba a la Reina preocupada por si se ponía en entredicho su “entendimiento” a la hora de redactar sus últimas voluntades. Aspecto que dejó rotundamente aclarado al principio del testamento.
“Estando enfermo mi cuerpo de la enfermedad que Dios me quiso dar y sana y libre de mi entendimiento; […], ordeno esta mi carta de testamento y postrera voluntad queriendo imitar al buen rey Ezequías queriendo disponer de mi casa como si luego la hubiese de dejar”.
Un enterramiento sencillo en Granada
No es casual que la Reina esté enterrada en Granada, aun falleciendo en Medina del Campo, porque así lo dispuso en su testamento, dejando abierta la posibilidad de que su esposo pudiera elegir otra ciudad o templo.
“Y QUIERO y mando que mi cuerpo sea sepultado en el monasterio de San Francisco, que está en la Alhambra de la ciudad de Granada, rodeada de religiosos y religiosas de la dicha orden, vestida con el hábito del bienaventurado pobre de Jesucristo San Francisco, en una sepultura baja sin adorno, salvo una losa baja en el suelo, llana, con sus letras esculpidas en ella. Pero quiero y mando que si el rey mi señor eligiera sepultura en otra iglesia o monasterio de cualquier otra parte o lugar de mis reinos, que mi cuerpo sea allí trasladado y sepultado junto con el cuerpo de su señoría, porque el ayuntamiento que tuvimos en vida y que nuestras almas espero en la misericordia de Dios alcancen en el cielo, lo tengan y representen nuestros cuerpos en el suelo”.
Es un aspecto muy curioso pues, aun casándose en segundad nupcias con Germana de Foix,Fernando decidió cumplir las últimas voluntades de Isabel enterrándose junto a ella. Y es que Fernando establece en su testamento que quiere ser enterrado junto a Isabel en la Capilla Real, siempre y cuando las obras hayan finalizado o se pueda trasladar el cuerpo de su esposa junto a él. Si esto no fuera posible, dicta que se entierre junto a ella en el monasterio de San Francisco. Fruto de esta disposición Isabel no consigue esa pretendida sencillez al ser enterrada en la Capilla Real con un rico sepulcro obra de Domenico Fancelli.
Esa austeridad solicitada por la reina se puede ver también en otras peticiones. Por ejemplo, establece que el dinero que se dedicase a sus exequias se destine directamente a vestir a pobres.
Una mujer muy organizada
Leyendo sus últimas voluntades podemos sacar varias conclusiones sobre su carácter y temperamento. Sin lugar a duda podemos afirmar que Isabel era una persona tanto organizada, como previsora. Un caso lo encontramos en que estableció diferentes posibilidades de enterramiento.
“ÍTEM quiero y mando que si falleciese fuera de la ciudad de Granada, que luego, sin detenimiento alguno, lleven mi cuerpo entero, como estuviere, a la ciudad de Granada. Y si acaeciere que por la distancia del camino o por el tiempo, no se pudiera llevar a la dicha ciudad de Granada, que en tal caso, lo pongan y depositen en el monasterio de San Juan de los Reyes, de la ciudad de Toledo. Y si a la dicha ciudad de Toledo no se pudiera llevar, se deposite en el monasterio de San Antonio de Segovia. Y si a las dichas ciudad de Toledo ni de Segovia no se pudiere llevar, que se deposite en el monasterio de San Francisco más cercano de donde yo falleciere, y que esté allí depositado hasta tanto no se pueda llevar y trasladar a la ciudad de Granada; traslación que encargo a mis testamentarios que hagan lo más presto que se pudiere”.
También es previsora a la hora de dejar establecido que todas sus deudas fueran abonadas. Una vez cumplido este requisito se deberían pagar 20.000 misas por su alma, dedicar un millón de maravedíes a casar a doncellas menesterosas y la misma cantidad para que puedan entran en un convento mujeres pobres que así lo decidieran.
En otras entregas relacionadas con sus últimas voluntades trataremos aspectos como su profunda r
eligiosidad, sus relaciones personales, el orden sucesorio, o su reconocimiento de que había habido aciertos y errores durante su reinado con el dictado de varias rectificaciones.
Por Eva Mª Quevedo Nieto.
Directora de proyectos y gestora cultural.