Ayer jueves que se contaron 23 del presente mes de Agosto, supimos lo que no quisiéramos saber y oímos lo que no quisiéramos oír; conviene a saber, que Antonio de Fonseca ha quemado toda esa muy leal villa de Medina, y también sabemos que no fue otra la ocasión de su quema, sino porque no quiso dar la artillería para destruir a Segovia. Dios Nuestro Señor nos sea testigo, que si quemaron de esa villa las casas, a nosotros abrasaron las entrañas, y que quisiéramos más perder las vidas, que no que se perdieran tantas haciendas. Pero tened, señores, por cierto que, pues Medina se perdió por Segovia, o de Segovia no quedará memoria, o Segovia vengará la su injuria a Medina
Con estas ardorosas palabras comienza la carta que escribió el concejo de Segovia al de Medina del Campo tras el pavoroso incendio de 1520. Episodio clave en la eclosión del movimiento comunero e imprescindible para entender el devenir posterior de la revuelta y del que hoy analizaremos todos sus entresijos.
Tras la muerte de Isabel La Católica en su Palacio Real de Medina del Campo el reino castellano había quedado sumiendo en una tremenda crisis e inestabilidad. Fallecida la reina, Castilla soportó durante casi veinte años una serie de gobiernos transitorios y regencias que dan como resultado una gobernanza marcada por la vacilación continua. Reinado de Juana y de Felipe el Hermoso, primera regencia del Cardenal Cisneros, regencia de Fernando el Católico, segunda regencia de Cisneros y cuando se avecinaba un gobierno estable en manos del rey Carlos, el nuevo soberano devuelve Castilla a la inestabilidad al marchar a Alemania a recoger la corona imperial y dejar el gobierno en manos del Cardenal Adriano de Utrecht.
En este marco general surge la revuelta de las comunidades. Sin extendernos demasiado en las causas que originan el conflicto y constatando el profundo desagrado que supuso la petición del nuevo soberano de recursos a la hacienda castellana para ser coronado emperador del Sacro Imperio y el acaparamiento de importantes puestos de la administración del estado en manos flamencas parece meridianamente claro que cuestiones económicas y mercantiles tuvieron un enorme peso para entender el origen del conflicto.
Durante años y años la base del comercio y riqueza castellana se había basado en la exportación de lana a Flandes, de tal manera el estado recaudaba grandes sumas de capital en impuestos de manera rápida, pero por el contrario esto suponía que Castilla no pudiese desarrollar una industria textil propia. La materia prima para esta industria se vendía a través de grandes comerciantes y el pequeño trabajador textil de Castilla jamás podía competir con estos comerciantes y hacerse con buenos vellones de lana. Por todo esto el gobierno de Castilla hacia mediados del siglo XV ordena que al menos de un tercio de la producción de lana quede en el reino y prohíbe su exportación masiva. De esta manera surge una incipiente industria textil en Segovia y en Toledo. Así llegamos al comienzo de nuestra historia, con la llegada a Castilla del nuevo rey Carlos (nacido en Flandes) y su cuerpo de colaboradores flamencos estas medidas proteccionistas castellanas se van al traste y se vuelve a permitir la exportación sin condiciones ni cupos a Flandes. A resueltas de esto no creeremos casual que las primera ciudades comuneras y lugar donde se origina el conflicto sean Segovia y Toledo, precisamente las ciudades donde había surgido esa incipiente industria textil.
Con toda esta situación como caldo de cultivo llegamos al verano de 1520. Segovia y Toledo estaban en confrontación directa con el gobierno al mando del cual se encontraba Adriano de Utrecht ya que Carlos había emprendido el viaje a Alemania. El Cardenal Adriano plantea una acción de escarmiento en primer lugar contra Segovia, su idea era marchar contra la ciudad y una vez tomada por las tropas reales acatarían la autoridad del nuevo rey y el problema quedaría resuelto. De esta forma Antonio de Fonseca, capitán general del ejército real, recibe la orden de dirigirse a Medina del Campo a recoger la artillería depositada en la villa y marchar con ella contra Segovia.
En este punto de los acontecimientos es cuando se vienen abajo los planes de Adriano y cuando se desatan con total virulencia los sucesos del 20 de agosto de 1520 en Medina del Campo.
Llegadas a Medina del Campo las informaciones sobre la estrategia militar del cardenal flamenco y la inminente llegada a la Villa de las ferias de las tropas reales al mando de Antonio de Fonseca el concejo de la villa tiene que tomar una decisión: acatar la autoridad del nuevo rey o posicionarse al lado de Segovia y adherirse a la revuelta. Aunque la decisión final del consejo no fue unánime finalmente adoptan apoyar a Segovia, conviene subrayar que los comerciantes segovianos suponían un importante apoyo a las famosas ferias medinenses.
Antonio de Fonseca se dirige en primer lugar a las inmediaciones del castillo de La Mota y allí el concejo de Medina del Campo le informa de la decisión de final de no proveerles de las armas artilleras depositadas en la villa. Estas armas habían sido llevadas por los medinenses a la plaza mayor y allí en caso de torcerse la situación hacerse fuertes ante un hipotético ataque de Fonseca. Rotas por tanto las negociaciones en las cercanías del castillo, Antonio de Fonseca marcha al centro de Medina del Campo y viendo la complicada situación a la que debía enfrentarse incendia el centro urbano de la villa y se aleja de Medina sin lar armas y dejando tras de sí la ciudad en llamas. Cabe reseñar que algún historiador apunta que el incendio no fue resultado de la arrogancia de Fonseca al ver fracasada su misión, sino una fase de ella que no dio el resultado esperado. Según esta versión Fonseca al ver al pueblo férreamente custodiando la artillería ideó provocar un incendio que daría como resultado el abandono de la custodia de las armas ya que el pueblo rápidamente acudiría a sofocar las llamas. De ser esta versión cierta está claro que no dio el resultado esperado a Fonseca y atendamos a una u otra versión el resultado final fue la destrucción y calcinación de gran parte del recinto ferial de Medina del Campo. El incendio había comenzado precisamente en el convento de San Francisco, lugar en el que muchos comerciantes guardaban sus pertenencias y que albergaba el archivo del concejo y de ahí se extendió a gran parte del centro de la villa.
La ruina, la desolación y la destrucción se hicieron más que patentes y aquí volvemos a la carta con la que abríamos este artículo con la que los Segovianos agradecían la heroica determinación de los medinenses y que libraba a Segovia del ataque del ejército real.
Las consecuencias de este hecho fueron muy importantes, tras el incendio Juan de Padilla, convertido en líder militar de los comuneros visita Medina del Campo y los suyos supieron sacar partida del acontecimiento. Se apresuraron a que las noticias del incendio se supieran en todas ciudades y villas del reino: las tropas reales habían destruido una de villas más prósperas y ricas del reino y dejaban clara la disyuntiva a la que se enfrentaban, adhesión a la revuelta o sumisión a las nuevas “formas” de los flamencos. Estas noticias fueron la excusa para que muchas importantes ciudades del reino que hasta el momento se habían mantenido al margen o dubitativas tomaran partido y se adhirieran a los comuneros tal es el ejemplo de Valladolid. La confrontación estaba servida, habría guerra en castilla, pero eso es ya otro capítulo de la historia sin embargo siempre quedará para el recuerdo el hermanamiento de Medina del Campo y Segovia y la mecha que enciende el fuego de la Villa de la Ferias.
Por Felipe López Pérez
Historiador del Arte y gestor cultural.
Bibliografía:
PÉREZ, Joseph. Los comuneros. Madrid, La esfera de los libros, 2001
COBOS, F.; SÁNCHEZ DEL BARRIO, A. La artillería de los Reyes Católicos. Valladolid, Junta de Castilla y León, 2004