De nuevo, dedicamos la entrada de este mes de julio a un enterramiento, en este caso al hermano menor de Isabel la Católica, Alfonso de Castilla.
Habría que esperar hasta 1857 para ver nacer al verdadero Alfonso XII, pero ya 400 años antes hubo un pretendiente al trono de Castilla con ese nombre y así fue expuesto por la liga antienriqueña durante la farsa de Ávila el 5 de junio de 1465 cuando Alfonso de Trastámara, hermano menor de Isabel la Católica fue coronado como Alfonso XII, pero la temprana muerte de Alfonso el Inocente con apenas 14 años en la localidad de Cardeñosa hizo que nunca fuera posible tal rey.

Antes de meternos en materia mortuoria si me gustaría dedicar unas breves líneas al apego y amor que debió sentir la reina Isabel por su hermano menor, ya de ello nos hablaron los cronistas de la época y para certificarlo aludiremos a los festejos que debieron celebrarse en el 14 aniversario de Alfonso cuando la propia Isabel se encargó de organizar la fiesta y donde ella misma le recitó los últimos versos que había encargado al poeta Gómez Manrique y decían así:

“Excelente rey doceno
de los Alfonsos llamados;
en este año catorceno
Dios te quiera hacer tan bueno
que excedas a los pasados
en los triunfos y victorias.
Y en grandeza temporal
tu reinado sea tal
que merezcas ambas glorias
la terrena y la celestial”

Gómez Manrique

Se trataban de unas coplas que bien mostraban el cariño y el afecto con el que siempre consideró a su hermano desde el punto de vista personal, además de nombrarlo como un verdadero monarca para la liga alfonsina de la que ella también era partícipe.
Y como si de un verdadero rey de Castilla se tratara, así lo quiso enterrar su hermana, Isabel la Católica, al encargar un magnífico sepulcro de nuevo en la Cartuja de Miraflores de la misma manera que ya lo había hecho con sus padres.
Si hace unos meses dedicábamos unas líneas al sepulcro de Juan II de Castilla y de Isabel de Portugal, no es de recibo no hablar del otro gran enterramiento que podemos ver en la iglesia de tan emblemático monumento burgalés, el sepulcro del infante Alfonso.

El sepelio del infante Alfonso de Trastámara

Sepulcro de Alfonso de Castilla en la Cartuja de Miraflores (Burgos). Foto: Cartuja de Miraflores.

En 1486 cuando le reina encargo al maestro Gil de Siloé un sepulcro para sus padres también lo hizo para su hermano menor. Las obras no concluyeron hasta el año 1492, año en que fue trasladado el cuerpo de infante Alfonso desde el Monasterio de San Francisco en Arévalo hasta la Cartuja de Miraflores. El traslado debió ser muy solemne y así se registró:


A 8 de agosto, salió el señor obispo de Burgos a Palenzuela, a recibir el
cuerpo del Infante D. Alonso que traían de Arévalo: llegó a Burgos el día
10, y al día siguiente, le trajeron a esta casa (Miraflores), y le colocaron en
su sepulcro en la pared de la iglesia al lado del Evangelio, cerca de la puerta
de la sacristía.

El artista goticista había planteado un espectacular sepulcro exento para Juan II e Isabel de Portugal, pero para el infante presentó un diseño totalmente diferente, se trataba de una tipología de enterramiento conocido como arcosolio, un tipo de tumba que se hundía dentro del muro.
Al igual que el sepulcro de los monarcas, el de Alfonso se hizo en alabastro tallado traído desde Cogolludo en Guadalajara y según las cuentas del monasterio el gasto ascendió 158.252 maravedíes.
En cuanto a la disposición del sepulcro, señalaremos dos características que no son excepcionales, pero si es necesario incidir: una, la disposición del personaje en actitud orante y vivo, que, si bien no es única esta representación, no es lo habitual en la figura del personaje fallecido; la segunda, la faja colgadiza formada de hojarasca en la que juegan geniecillos, conformando un artístico dosel, que proporcionaba esa penumbra en la que surgía la figura del infante.
Al sepulcro le flanquean dos pilastras, recargadas con agujas, repisas y dos celestes, con imágenes de santos a ellas adosadas. Un arco conopial, saliendo de las pilastras cobija el nicho ricamente decorado por hojas de cardo. Entre el nicho y el ángulo que forma el arco conopial vemos una escultura del arcángel San Miguel, venciendo al dragón infernal. Y en la parte alta de la aguja que brota de este arco, se representa la Anunciación.

Arcángel San Miguel. Detalle del sepulcro de Alfonso de Castilla en la Cartuja de Miraflores (Burgos). Imagen: www.guiasturisticosburgos.com

Detalle del sepulcro de Alfonso de Castilla donde se puede ver una mano de origen incierto saliendo del libro de devoción. Imagen: www.guiasturisticosburgos.com

Al nicho sirve de alto basamento una mesa de mármol, en cuyo frente aparecen esculpidas las armas reales, con los castillos y leones, que sostienen dos ángeles cubiertos de túnicas. A uno y otro lado hay dos guerreros, como escoltando la propia tumba.
La talla del infante está hecha a tamaño natural y con un rostro de apariencia mayor a la edad con la que falleció, se vuelve hacia el altar mayor, arrodillado sobre un almohadón delante de un reclinatorio, con un libro de devoción entreabierto y una mano que sobresale de la que se ha querido dar diferentes interpretaciones, pero ninguna totalmente certera. El personaje viste un sayo de anchas y acuchilladas mangas que dejan ver las del jubón, adornadas de perlas y pedrería al igual que el sombrero que cae sobre la espalda, también podemos observar un gran joyel de nuevo con perlas, sujetado con una banda que pasa por los hombros y cruza el pecho. El pelo cortado en línea recta sobre la frente cae en larga melena por la espalda, sus manos en actitud de súplica se cubren con guantes y sobre ellos sortijas.
Una artística verja de hierro cierra por delante este monumento, rehecha a mitad del s. XIX y costeada por la reina Isabel II.

Antes de concluir estas líneas si me gustaría hacer referencia a las reformas que se hicieron en la Cartuja de Miraflores en el año 2006, además de abrir el sepulcro de los reyes, también se abrió el del infante Alfonso, en el que se encontró un ataúd con restos óseos que se corresponden con un varón joven que no había cumplido los 15 años de edad y también se comprobó la relación con los huesos encontrados en el sepulcro principal de la iglesia, pudiendo certificar la relación genética de ambos restos óseos.
Estas investigaciones tampoco pudieron esclarecer la causa de la muerte concreta, si como nos dicen las crónicas oficiales por peste o por envenenamiento como certificaba la opinión popular.

Muerte de Alfonso. Fotograma de la serie Isabel (TVE).

Por Beatriz Calvo Checa.

Historiadora del Arte.

Bibliografía
Arias de Miranda, J. Apuntes históricos sobre la Cartuja de Miraflores de Burgos. Editorial MAXTOR. (2011)
Azcona, T. Isabel la católica: Vida y Reinado. La Esfera de los Libros, S.L (2004).
Tarin y Juaneda, F. La Real Cartuja de Miraflores (Burgos): su historia y descripción. Hijos de Santiago Rodríguez. Facsímil. (2011).